Los hombres construyen a lo largo de la historia sus modos de
ser en el mundo, su modo de posicionarse en él.
La era del Hombre
como se conocía está llegando a su fin. La nueva noción de vida se convierte
en una problematización en si misma; nuestra era está signada por la digitalización
universal. Sibilia, P (2009) en su libro El hombre postorgánico problematiza
sobre la hibridación entre lo orgánico-tecnológico, a partir de desentrañar la
organización socioeconómica y política en la que se está desarrollando.
En el primer capítulo de su libro Sibilia hace un
paralelismo entre la sociedad disciplinaria de la modernidad y la sociedad
de control de la postmodernidad. Si bien, existen marcadas diferencias entre éstos distintos modos
de ser, existen ciertos conceptos que se mantienen para ambos, pero con
funcionamiento diferente. Esta entrada pretende desarrollar dos ideas puntuales:
tiempo y control.
TIEMPO
El reloj es un invento de la modernidad. El
tiempo se encontraba regimentado en ciclos reiterados, puesto que era necesario sincronizar
todas las acciones humanas y organizar las tareas a intervalos regulares acorde al capitalismo industrial. Había que encerrar el cuerpo en un tiempo; para
hacer un uso excesivo del tiempo, había que disciplinar al cuerpo para que éste
sea útil.
Esa incansable tarea de pautar el tiempo de
los hombres, en la actualidad se transformó de una manera vertiginosa, en función de un capitalismo globalizado y postindustrial. En la
posmodernidad, el hombre ya no está encerrado puesto que los centros de control no tienen la misma fuerza que antes, de esta manera, la organización de las
tareas humanas en rutinas regulares y ordenadas, se vuelven obsoletas. Ahora se
habla de una formación permanente, para la cual la regimentación del tiempo y
determinación de un espacio ya no es necesario. El tiempo pasa a ser ahora un
continuo fluido y ondulante.
CONTROL
En la modernidad había que disciplinar al
cuerpo, y para lo cual se encontraban los centros de control: la familia, la
escuela, la fábrica, eventualmente el hospital y la cárcel (el gran modelo de
centro de control). Al interior de éstos centros de encierro se
produce un control ininterrumpido.
En la modernidad pasábamos de un centro de
encierro a otro. En la actualidad, los nuevos mecanismos de dominación, se
infiltran en las viejas instituciones normalizadoras que se encuentran en
crisis y parecen derribar todo muro existente e instalándose una nueva lógica de
poder, menos evidente pero mucho más eficaz. Los centros de encierro han sido
reemplazadas por las tecnologías, lo que permite que el control sea ahora, a cielo
abierto.
Habiendo recuperado estas dos ideas, resulta difícil pensar
en que esa sensación de libertad de los que transitamos la posmodernidad, sólo
es un gran negocio. Puesto que la idea de formación permanente que se encuentra instalada hoy en la sociedad, cuyas características son el no requerimiento de
una regimentación del tiempo ni de un espacio fijo; nos hace creer que somos más libres de lo que eramos antes, cuando en verdad, estamos
siendo más controlados, estamos siendo vigilados constantemente. Pues, el nuevo dispositivo de poder es total y
constante.
* Sibilia, P. (2009) El hombre postorgánico, Cuerpo,
subjetividad y tecnologías digitales. Introducción y I.Capitalismo. Buenos
Aires: Fondo de Cultura.
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